miércoles, 29 de junio de 2011

Asistencia terapéutica con perros


Son perros especiales para este tipo de trabajo, suelen ser golden o labradores, pero puede servir cualquiera que este condicionado para la asistencia terapéutica y que sean estables mentalmente.

Los perros además de darnos su cariño particular, con la ayuda de un psicólogo también pueden ayudar a personas con discapacidad intelectual, síndrome de down, o discapacitadas físicas a sentirse queridas o a salir más a la calle.

Hay niños con síndrome de down o discapacidad intelectual que con las personas no tienen ese cariño especial, sin embargo con un perro pueden tener tanta confianza como para incluso abrazarlos y hablarles.

Ha habido casos en los que han llegado a dejar con la boca abierta a sus mismos cuidadores o padres ya que a los psicólogos que van con los perros les llegan a decir que con esa persona no podréis conseguir nada, o esta otra no puede levantar el brazo, o tal persona no puede hablar nada… sin embargo, si los relacionas con un perro de asistencia, la persona que no podía levantar el brazo, lo levanta e incluso le tira la pelota, o la persona que no habla, le puede llegar a contar muchas cosas a un perro.

El perro de terapia, también tiene el trabajo de conocer el terreno en el que se desenvuelve, y saber cuando se puede entrar al aula con la persona con el problema, lo cual hacen a las mil maravillas.

Existen casos en los que el perro decide cuando la persona con el problema mental esta dispuesta a que entren con ella, por ejemplo, el perro se detiene en la puerta, o entra pero da vueltas, eso es síntoma que la persona no esta dispuesta a ser ayudada, cuando el perro se queda tranquilo al lado de ella, es cuando los terapeutas entran en la sala, y hacen sus juegos y rutinas, siempre con el perro presente, ya que el perro les calma y tranquiliza.

El perro ya es un gran amigo del hombre, pero el perro de terapia lo es más si cabe, ya que pueden ayudar a las personas con problemas mentales a sentirse mejor, o a que se sientan mejor los que están alrededor de ella.

Fotografia cedida por canem terapia

martes, 28 de junio de 2011

Depresión silenciosa


El 50% de los casos de depresión enmascarada podrían pasar desapercibidos.

Los síntomas más evidentes de las personas que sufren depresión enmascarada no son ni la tristeza ni la melancolía. Se quejan, sobre todo, de problemas como dolor de espalda o fatiga generalizada, síntomas que a menudo confunden al especialista. Ello hace que el diagnóstico se retrase, así como el inicio del tratamiento adecuado, con peligro de que el trastorno se cronifique. Puede afectar también a la población infantil y esconderse tras conductas agresivas, problemas en el aprendizaje o dolor de cabeza.

La depresión enmascarada es una forma de afección silenciosa, pero que puede ser devastadora para la salud emocional y física de la persona. Esta enfermedad es uno de los principales problemas de salud de la sociedad actual. La mayoría de las personas están familiarizadas con sus síntomas más característicos: apatía, tristeza, alteraciones en el sueño, pérdida del apetito, disminución del deseo sexual... Son síntomas que afectan a la esfera psicológica, pero también puede manifestarse con síntomas físicos.

Tras el especialista adecuado
Una depresión enmascarada o somatoforme se expresa, sobre todo, con síntomas físicos, que pueden encubrir los síntomas psicológicos. Las manifestaciones más habituales de esta afección, como la tristeza, se ocultan por otros síntomas, como cefaleas, algias, parestesias, vértigos, trastornos cardiacos y problemas digestivos. Cuando la persona que los sufre acude a su médico de Atención Primaria, el especialista se centra en ellos. Muchos pacientes ni siquiera verbalizan que se sienten especialmente tristes o apáticos.

Cuando lo hacen, puesto que su principal queja es física, es habitual que el médico infiera que la alteración psicológica está causada por el problema físico y no al revés. Hasta un 10% de los pacientes que acuden a Atención Primaria tienen síntomas de depresión y se estima que pasan desapercibidos hasta un 50% de los casos. Esto supone un innecesario coste sanitario en tratamientos erróneos, a la vez que se impide que el paciente recupere rápido su salud física y psicológica. Por este motivo, se ha bautizado como la "frustradora de especialistas". Los pacientes deambulan de un especialista a otro, a la espera de que alguno dé con el origen de su malestar.

Por otro lado, cuando un especialista sospecha que detrás de las quejas físicas podría haber una depresión enmascarada, detecta un problema añadido: la resistencia del paciente a aceptar el diagnóstico. Los pacientes que sufren este trastorno, a menudo, no conectan bien con sus sentimientos y emociones. En las sociedades avanzadas, los síntomas físicos están mejor aceptados, menos estigmatizados, que los psicológicos. Es más sencillo decir que a uno le duele la cabeza, que reconocer que está triste y se siente solo. Por eso, una de las vías que elige la enfermedad para manifestarse es la física.

Como consecuencia, si el afectado lleva mucho tiempo tras un diagnóstico sin atender a la verdadera naturaleza de su problema, es probable que el trastorno se cronifique. En cambio, los psiquiatras saben que, según algunos estudios, el 70% de las personas que sufren depresión inician la enfermedad con síntomas físicos. Una vez realizado el diagnóstico correcto, tanto los malestares físicos como los psicológicos mejoran con el tratamiento.

La depresión enmascarada y los niños
Este tipo de depresión también afecta a los niños. Los síntomas más característicos en la infancia son: hiperactividad, conducta agresiva, conductas antisociales y trastornos del aprendizaje. Es típico que se quejen, sobre todo, de dolor de barriga y de cefalea o que manifiestan alteraciones del ánimo, propias de la depresión habitual, que tapan los síntomas anteriores.

Durante buena parte del siglo XX se consideraba que la depresión no era un trastorno que afectara a los niños. Cuando en 1972 se comprobó que también los más pequeños podían sufrirla, la depresión infantil se bautizó como "depresión enmascarada" por los psiquiatras Leon Cytryn y Donald H. McKnew. En la actualidad, se acepta que los niños pueden sufrir tanto este tipo de enfermedad silenciosa, como otra forma de manifestación del trastorno.

Distimia y depresión
La distimia es una de las formas más frecuentes de la depresión enmascarada, que se manifiesta de forma leve aunque crónica. Los motivos más frecuentes de consulta al médico entre los pacientes que sufren trastorno distímico son los siguientes:

  • Molestias gastrointestinales.
  • Cansancio, astenia, fatiga.
  • Dolor de espalda.
  • Pérdida de apetito.
  • Pérdida del deseo sexual.
  • Dolores de cabeza.
  • Problemas de sueño.
  • Despertar temprano (insomnio tardío).

Autor: Consumer-Eroski
Fuente: www.consumer.es