Se trata de una enfermedad mental muy difícil de identificar y de tratar, ya que la misma puede esconderse detrás de otros casos fácilmente vinculables a conductas adolescentes autodestructivas, que van desde la depresión, la ansiedad, la bulimia, el alcoholismo, la drogadicción hasta el posible fracaso en el trabajo o en los estudios; además, estos comportamientos suelen ser marcadamente diferentes entre hombres y mujeres, o entre adolescentes y adultos.
Es en ésta última franja, precisamente, donde resulta más común encontrar la enfermedad. En este tipo de conducta los límites entre la calma y la ira, o la risa y el llanto suelen ser muy frágiles, llevando al afectado a sufrir cambios bruscos en muy poco tiempo, y en situaciones no justificadas por el medio.
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