El autismo ("autismo clásico") es un trastorno del desarrollo caracterizado por problemas de lenguaje, percepción y socialización. Forma parte del grupo de trastornos del desarrollo conocido como trastornos del espectro autista (TEA). Diversos estudios bioquímicos, anatómicos y neurorradiográficos apuntan a una alteración del metabolismo energético del cerebro de los autistas, sin que de momento se conozca su causa.
El autismo se caracteriza por dificultades para la interacción social, problemas de comunicación verbal y no verbal, así como comportamientos repetitivos o intereses limitados y obsesivos. Sus efectos pueden ser desde moderados hasta discapacitantes.
El rasgo más distintivo del autismo es la deficiente interacción social. Los padres suelen ser los primeros en notar síntomas de autismo en su hijo. Incluso en la primera infancia, un bebé autista puede no reaccionar ante quienes le rodean, o concentrarse resueltamente en algo, excluyendo todo lo demás, durante mucho rato. Un niño autista puede dar impresión de desarrollarse normalmente, para después retraerse y mostrarse indiferente al contacto social. Muchos niños autistas tienen poca sensibilidad al dolor, pero son anormalmente sensibles a estímulos sensoriales como el sonido, el tacto u otros. Estas sensibilidades inhabituales pueden dar lugar a síntomas de comportamiento como, por ejemplo, resistencia a los mimos o abrazos (US National Institute of Mental Health).
Entre los TEA figuran otros trastornos como el síndrome de Asperger, el síndrome del cromosoma X frágil, el síndrome de Landau-Kleffner, el síndrome de Rett, el trastorno desintegrativo de la infancia, y el TGD-NE (trastorno generalizado del desarrollo no especificado). Estudios recientes indican que muchas personas con un comportamiento autista presentan trastornos relacionados pero claramente diferenciados.
No hay cura para los TEA. En muchos niños los síntomas mejoran con el paso de los años y el tratamiento. Algunos llevan una vida normal o casi normal en la edad adulta. Hay terapias e intervenciones conductuales para síntomas específicos que pueden aportar mejoras substanciales. Contrariamente a lo que ocurría 20 años atrás, cuando muchos autistas vivían en instituciones, ahora existen muchas soluciones flexibles. En general, sólo necesitan vivir en una institución los pacientes más gravemente afectados.
Dadas las implicaciones sanitarias y sociales de los TEA, desde 2005 la Comisión Europea los viene incluyendo expresamente en sus planes de trabajo relacionados con la salud pública. La atención principal se centra en la información sobre el autismo y el síndrome de Asperger, el retraso cognitivo y en las disfunciones motoras, perceptivas, del lenguaje y socioemocionales, así como en la definición de indicadores de estas afecciones.
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