El uso del castigo físico para disciplinar a los niños, como nalgadas, pellizcos, empujones, jaloneos, bofetadas, entre otros, está relacionado con una serie de problemas de salud mental, concluyó un estudio pediátrico.
El estudio "Castigo Físico y trastornos mentales: resultados de una muestra representativa a nivel nacional", que se publica en la revista Pediatrics, indicó que existe un número significativo de padres estadunidenses que recurren a ese trato como forma disciplinaria.
En la investigación, coordinada por Tracie O. Afifi, de la Universidad de Manitoba, Canadá, se examinaron datos de la Encuesta Epidemiológica Nacional realizada del 2004 al 2005 en Estados Unidos.
En el sondeo participaron entre 34 mil 653, con una edad promedio de 20 años, quienes recibieron pruebas sicológicas de regresión.
Los especialistas analizaron si este tipo de castigo físico tenía alguna relación con los trastornos mentales, después de descartar algún maltrato infantil severo, como abuso físico, sexual o emocional, negligencia, o exposición a la violencia de pareja.
Encontraron que de un dos a siete por ciento de los trastornos mentales eran atribuibles al castigo físico, y quienes lo recibieron de niños como forma de disciplina registraron un aumento en las probabilidades de desarrollar trastornos del estado de ánimo y de personalidad, así como ansiedad, abuso de alcohol y drogas.
Desde una perspectiva de salud pública, los autores concluyeron que la reducción del castigo físico puede ayudar a disminuir el predominio de los trastornos mentales en la población general.
La revista Pediatrics publicó también esta semana un estudio que asegura que el logro académico varía con la edad gestacional, de tal manera que los bebés nacidos a las 34 a 36 semanas, clasificado como "prematuros", tienen un mayor riesgo de retrasos en el desarrollo y otras dificultades mentales y médicas.
El estudio, "Logro académico varía con la edad gestacional entre los niños", a cargo de Kimberly G. Noble, de la Universidad de Columbia, Nueva York, sugiere que incluso los bebés nacidos a las 37 ó 38 semanas, están en riesgo de un mal desempeño escolar.
En la investigación se analizaron datos de más de 128 mil bebés nacidos entre las 37 y 41 semanas de gestación en la Ciudad de Nueva York.
Las actas de nacimiento fueron comparadas con los registros de pruebas estandarizadas de matemáticas y lectura en el tercer grado en escuelas públicas.
Los investigadores encontraron que los puntajes de rendimiento para los niños nacidos a las 37 y 38 semanas fueron significativamente más bajos que entre los que nacieron a las 39, 40 ó 41 semanas.
Los niños nacidos a las 37 semanas tienen un riesgo 33 por ciento mayor de tener un deterioro moderado en la lectura, mientras los nacidos a las 38 semanas un 13 por ciento más de riesgo, respecto a los que cumplen 41 semanas, que es el tiempo completo de la gestación.
El análisis reveló que la edad gestacional dentro del rango de duración normal estaba vinculada significativa y positivamente con las notas en lectura y matemáticas en tercer grado.
"El cerebro del niño crece rápidamente en las últimas semanas de gestación, y un tiempo extra permite su mayor desarrollo, lo cual puede ser posible de no ser interrumpido cuando los niños nacen antes de tiempo, incluso dentro del periodo comunmente definido como de gestación a término", explicó el estudio.
Esa situación, precisó, puede afectar el desempeño académico posterior.
Los autores cuestionaron la práctica de acelerar el parto mediante la programación de cesárea por conveniencia de la madre o el médico, que impide la maduración cerebral del niño.
Recomendaron a los pediatras considerar en sus diagnósticos el vínculo entre las semanas de gestación y el rendimiento escolar.